viernes, 11 de octubre de 2013
"Estefanía" de Victoria Magno
Estefanía. El arrebato de una pasión de Victoria Magno.
Ediciones B, 2012
"Estefanía, el arrebato de una decepción"
He de advertir que la regencia nunca me ha gustado demasiado. De hecho, si dejé de leer romántica fue precisamente porque encontraba este subgénero dentro de la histórica demasiado encorsetado y lleno de tópicos poco creibles e irritantes, salvo honrosas y escasas excepciones. Una vez advertido esto, que cada uno considere mi crítica más o menos subjetiva; yo intentaré ser lo más objetiva posible.
Leí comentarios muy positivos de esta novela y ciertamente me pareció interesante la sinopsis. A ello sumé que estaba escrito por una autora de habla castellana y, no lo niego, que la portada tiene muy buen gusto. Me recuerda mucho, por estética, a retratos de damas de la alta sociedad de mediados de siglo (cómo no, el retrato de la Condesa de Vilches de Madrazo y otros anteriores en el tiempo de Ingres). Así pues, me metí en faena.
La novela no empieza nada mal. Dividida en dos partes, la primera de ellas, más breve, se desarrolla en Londres en 1884. La segunda, que corresponde al desarrollo de la historia, también tiene Londres por escenario pero seis años después, en 1890.
La primera parte le sirve a la autora para presentar a ambos personajes y situar el encuentro entre los protagonistas que marcará a Estefanía durante los próximos años (no así a Anthony, al menos en apariencia). También nos servirá para conocer y comprender(o al menos intentarlo) el carácter de Anthony y el porqué de su comportamiento y decisiones. Esta primera parte se cerrará con el fallecimiento del padre de Estefanía y la marcha de Anthony a la India y sólo volveremos a los personajes cuando un hecho muy grave haga necesaria la presencia del joven en Londres, algunos años después.
Toda la segunda parte del libro estará dedicada a los encuentros, desencuentros, malentendidos y reconciliaciones de los dos protagonistas hasta llegar al deseado y feliz final. Vale, el argumento no es nada del otro mundo; es algo que las lectoras de romántica tenemos asumido: las historias siguen un esquema más o menos férreo y siempre terminan bien (o de manera agridulce si hay un triángulo amoroso en la trama). No culpo al libro de su falta de originalidad en este sentido, sino de las incongruencias en la construcción y desarrollo de los personajes. Para mí, ellos son los que marcan la diferencia y, en este caso, la marcan... para mal. Ahora me explicaré.
En primer lugar, la presencia de la familia de Estefanía en Londres me resulta harto inverosímil. No soy capaz de imaginar a una familia dedicada al comercio procedente de México en medio del refinado Londres y menos codeándose con la alta sociedad, tan preocupada (como se insiste una y otra en el libro) por las relaciones sociales entre iguales. Creo que hubiese sido más acertado y creible situarlos en Estados Unidos, en alguna ciudad de la Costa Este. Entiendo que el escenario de la regencia por antonomasia es Londres, pero en ese caso la autora podría haber optado por crear personajes completamente británicos, tal como hacen muchas autoras españolas. La identificación de las lectoras latinoamericanas (e incluso españolas) con Estefanía habrá sido muy alta, pero a mí me ha resultado una presencia forzada.
Dejando a un lado el origen mexicano de Estefanía (aunque su madre sí era británica), he de felicitar a la autora por la construcción del personaje: una niña amada por su padre, risueña, desconocedora de las maldades del mundo a la que parece que el futuro guarda una vida tranquila, feliz, acomodada, entre personas de la alta sociedad que admiran y respetan a su padre. Sin embargo, dos hechos la marcan: en primer lugar, el encuentro con Anthony, un hombre con fama de mujeriego y pendenciero que le muestra la cara más oscura de las relaciones entre hombres y mujeres y la hace aborrecer el amor y desconfiar del sexo contrario; por otro, el fallecimiento de su padre, dejándola a merced de su malvada tía y sus primos (con la excepción de Martha).
Es muy interesante ver las consecuencias de ese encuentro con Anthony, quien la engatusa y la hace sentirse amada para después comprender que lo que buscaba él era algo más carnal y efímero que el amor verdadero. Me parece normal que debido a esto Estefanía desprecie a Anthony, pero creo que a veces su odio es demasiado infantil. Sobre todo sabiendo que han pasado seis años. En esos seis años, y teniendo en cuenta que Estefanía se convierte en adulta a la fuerza debido a la muerte de su padre, ella debería haber quitado importancia a ese hecho, no guardar e incluso acrecentar ese odio de manera tan obsesiva. Tampoco me ha gustado mucho esa insistencia constante en no dejarse tocar por un hombre y guardar su honra. Parece un poco exagerado y, como he dicho, infantil. Con una vez que se diga basta. Claro que si Estefanía no odiase a muerte a Anthony, no tendríamos novela.
La cabezonería y obstinación del personaje se hacen proverbiales al final del libro: y me parece genial la solución que toma lady Woodruff para arreglar las cosas. Yo me pasé media novela queriendo decir a Estefanía cuatro cosas y al menos un personajes se atreve a hacerlo por mí.
Pasemos a Anthony, el personaje que más me ha hecho sufrir en todo el libro porque me daba la impresión de que la autora, en un intento de crear un personaje atormentado y complejo, acabó construyendo un joven más cercano al trastorno bipolar. Y no exagero. Se supone que Anthony es un diamante en bruto de buen corazón, pero está condenado a ser el secundón, por detrás de su perfecto hermano Charles, quien heredará el título y la fortuna. Es por ello que actúa como actúa, como un rebelde, un mujeriego, un bribón en definitiva. Con este comportamiento sólo consigue el desprecio de su padre y acaba en la India con un amigo de la familia, Frank. Allí deja aflorar su verdadero yo y acaba aborreciendo la frivolidad de la sociedad londinense y sus placeres, convirtiéndose en una suerte de justiciero anónimo que defiende a los débiles.
Hasta aquí perfecto: Anthony se reecuentra consigo mismo y desprecia la vida que llevó antes. Pero debido a un hecho que afecta a su familia, ha de volver a Londres y hacerse cargo de los asuntos familiares. Se nos dice que no quiere aparecer en sociedad ni en fiestas y por un momento pensamos que se ha enmendado. Pero ¡vaya!, es volver a su ciudad natal y de vuelta a las andadas: en cuanto vio a Estefanía se prometió a sí mismo seducirla y hacerla suya porque sí. Sin embargo, el pobre Anthony se verá en una encrucijada, porque resultará que esa joven le fascina más allá de lo meramente carnal...
Y esto es lo que no entiendo: que Anthony supuestamente haya cambiado, le atraiga la joven pero no quiera reconocerlo y sólo piense en seducirla. Por no hablar de que en el fondo de su ser está profundamente enamorado de esa niña que conoció en una fiesta hace seis años pero es incapaz de reconocer su rostro o, peor aún, su nombre. Porque en el Londres de finales de siglo debía de haber muchos mexicanos y era fácil confundirlos (?). Y no sólo Anthony considera de lo más normal el apellido Queiroz, sino que su madre tampoco es capaz de recordar nada (y eso que su marido pensaba hacer negocios con el padre de Estefanía...). Para mí éste es el punto débil del libro y el que lo estropeó (casi) por completo. Hay que hacer un gran esfuerzo para creer toda la historia teniendo en cuenta todo esto que he dicho.
Pero el otro pilar que se derrumba bajo su propio peso y hace naufragar la historia por completo (ahora sí) es la falsa identidad que usa Anthony. Como he dicho antes, el joven, durante su residencia en la India, ayudaba a los más débiles bajo un disfraz y el pseudónimo de "la sombra de la noche". Por circunstancias de la historia, Anthony acaba usando ese disfraz y se hace llamar Kasim para que Estefanía no le reconozca. ¡Y vaya si no lo reconoce! Convive con él varios días, intima con él y no se entera de nada. No es capaz de identificar a Anthony ni a través de su perfecto perfil, ni de su altura,sus ojos, su voz... Lo siento, para mí esto fue la gota que colmó el vaso. Construir una historia en base a tanta licencia literaria (y tanta ceguera por parte de los personajes) me pareció echarla a perder, quitarle cualquier credibilidad e incluso, si se me apura, llamar tonto al lector.
Por supuesto, como cabe esperar, al final Estefanía descubre quién es realmente Kasim... y se pega un cabreo de tres pares de narices, largándose y dejando a Anthony con lo puesto (es decir, el tinte mágico que resistía la lluvia y le transformaba en otra persona completamente distinta-¡!-). Lo bueno es que el enfado monumental de Estefanía da pie a la, en mi opinión, parte más bonita del libro (no todo iba a ser criticar): cómo Anthony acepta que no puede vivir sin Estefanía, que es la mujer de su vida, que es la misma niña que tanto le marcó seis años atrás; cómo Estefanía es incapaz de perdonar el engaño y le rechaza una y otra vez, decidida a volver a México y empezar una nueva vida...
El final de la historia lo podéis imaginar a grandes rasgos. Yo no lo voy a contar porque a pesar de todo lo que he despotricado acerca de los protagonistas, esta parte de la novela me pareció realmente entrañable y muy lograda, mereciendo la pena leerla.
Y me quedan los secundarios. No diré mucho: sólo quisiera comentar que la familia de Estefanía está perfilada de manera muy superficial y maniquea. Son malvados hasta la médula, totalmente planos, a modo de antagonista de cuento.
Podría comentar muchas más cosas, por ejemplo en relación al estilo de la escritora, que creo que tiene que pulir muchísimo especialmente en lo referente al uso de sinónimos (en una misma frase usaba la misma palabra dos veces, por no hablar de ciertas expresiones repetidas hasta la saciedad). A la obra no le vendría tampoco mal en general una buena corrección de estilo y, quizá, adaptarla a un castellano más neutro. Yo conservaría los modismos mexicanos en los personajes de esa nacionalidad, pero se hace raro leer el resto del libro escrito de esa manera y pierde mucha fuerza y credibilidad.
Me dejo algunas cosas más en las teclas, pero creo que lo esencial está dicho. ¿Recomiendo la novela? Sí, la recomiendo porque se deja leer y tiene buen ritmo, a pesar de todas las incongruencias argumentales. Ahora bien, el argumento y los personajes tenían un potencial altísimo que la autora no ha sabido aprovechar.
Es posible que a algunos la historia les haya recordado al cuento de la Cenicienta o la novela de Laura Kinsale Sombra y estrella. Ciertamente, este libro tiene de todo un poco y por ello quizá hubiera sido recomendable simplificar la trama y construir unos personajes más coherentes.
Puntuación: 4/10
viernes, 4 de octubre de 2013
"El hombre que encontró su casa" de Gema Samaro
El hombre que encontró su casa de Gema Samaro
Amazon, 2012
Género: narrativa contemporánea
Voy a hacer una crítica sencilla de un libro sencillo. Un libro que cualquiera de nosotros podría protagonizar, que podría ser el reflejo de la vida de cualquiera de nuestros vecinos. No es un libro de romántica, en absoluto, aunque hay una historia de desamor (o más bien amor que se apaga) y otra de amor incipiente. Es más bien el retrato colectivo de muchos españoles actuales que se enfrentan a preocupaciones diarias como el desempleo, el divorcio, comenzar una nueva vida y una nueva relación tras años de matrimonio, buscar empleo...
Escrito en primera persona, el narrador de una parte de su vida es Jose Pérez, un hombre que supera los cuarenta años, que se ha quedado en paro, tiene dos hijos adolescentes, vive de alquiler y al que su mujer deja para irse con su jefe. La situación se complica cuando Jose no puede afrontar los gastos de la casa y ha de irse a vivir a casa de un jubilado que ha conocido recientemente en la biblioteca. Entonces, en el intento de rehacer su vida con dignidad, se encuentra con Nadia, una joven rumana que limpia casas. Y todo cambia y se comienza a sentir con fuerzas para todo.
No hay mucho más que contar. Como dije, es un libro sencillo cuyo encanto reside precisamente en que nos sintamos retratados en muchas de las situaciones que viven los personajes o que reconozcamos a nuestros familiares o vecinos en Jose, Arturo, Nadia o Ana.
Es una historia de falsas casualidades (porque para el protagonista las casualidades no existen), de volver a empezar y afrontar las cosas tal como vienen, sin detenerse en lamentos. También es un libro que nos habla de la importancia de los seres queridos para salir adelante en ciertas situaciones de nuestra vida que parecen irresolubles.
Como ves, lector, éste es un libro breve, sin muchas pretensiones. Pero pese a ello (y tal vez por ello), consigue que sientas cariño hacia los personajes, especialmente por Jose, que narra sus aventuras y desventuras con sentido del humor, humildad y sinceridad. Gema Samaro consigue hacer creíble la narración de este hombre que se encuentra de repente sin nada... pero que tiene todo lo que necesita: una familia y amigos que le quieren y aprecian.
Un libro cargado de energía positiva y mucha esperanza para los tiempos que nos ha tocado vivir en España.
Puntuación: 6
NOTA: podéis encontrarlo en Amazon disponible para Kindle.
martes, 1 de octubre de 2013
Volverse supermoderna: ¡cuenta en Twitter!
Hace unos años probé a hacerme una cuenta en Twitter. Creo que no duré ni dos horas. La interfaz me resultaba indescifrable, no sabía qué tenía qué hacer, qué escribir, cómo publicar, retwittear... No volví a entrar nunca más. Hasta el sábado. Hace meses que Facebook me aburre y no entro para nada y me da la sensación de que para difundir opiniones cortes, enlaces, etc es más útil: Facebook se me antoja más visual y he comprobado que si no pones foto (y una foto que resulte atractiva al primer vistazo) tus publicaciones pasan sin pena ni gloria. Vamos, que Facebook se ha convertido en un gran álbum de fotos virtual donde todo lo que sea negro sobre blanco pasa desapercibido.
Así que, como os digo, me he hecho una cuenta en Twitter. Me podéis buscar si queréis: @CondesadeVilche (sin la s)
Fijaos si me he emocionado con el invento, cuyo funcionamiento por fin entiendo o al menos intuyo, que me he puesto a seguir como una bestia a editoriales, a publicar y retwittear hasta el punto de que me ha salido un mensaje indicando que me suspendían la cuenta si no acataba las normas de la página web. Hablando en plata: que me estaba pasando tres pueblos de la emoción.
He tenido que rellenar un cuestionario en el que prometía enmendarme...
¡Nos leemos por Twitter!
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